Ella le pidió que la llevara al fin de mundo, él puso a su nombre todas las olas del mar. Se miraron un segundo, como dos desconocidos. Todas las ciudades eran pocas a sus ojos, ella quiso barcos y él no supo qué pescar. Y al final números rojos en la cueva del olvido. Y hubo tanto ruido, que al final llegó el final. Mucho, mucho ruido, ruido de ventanas, nidos de manzanas que se acaban por pudrir. Mucho, mucho ruido, tanto, tanto ruido. Tanto ruido y al final, por fin el fin. Tanto ruido y al final...
Hubo un accidente, se perdieron las postales, quiso carnavales y encontró fatalidad. Porque todos los finales, son el mismo repetido. Y con tanto ruido, no escucharon el final. Descubrieron que los besos no sabían a nada, hubo una epidemia de tristeza en la ciudad. Se borraron las pisadas, se apagaron los latidos. Y con tanto ruido, no se oyó el ruido del mar. Mucho, mucho ruido, ruido de tijeras, ruido de escaleras.. que se acaban por bajar. Mucho, mucho ruido. Tanto, tanto ruido. Tanto ruido y al final...
un capo Sabina ;)
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